Los ritmos de Taxqueña
Por Paulina Martínez
A unas calles del metro Taxqueña, se reúnen cada martes personas apasionadas, dedicadas, o simplemente aficionados, para vender y comprar una cantidad inexacta de artículos musicales.
En dicho tianguis, se puede encontrar una gran variedad de productos, no sólo instrumentos y accesorios para estos sino también discos, vinilos e incluso stickers o sombreros que hacen recordar al viejo rock, al punk o a la psicodelia de las décadas pasadas.
El señor Pedro Cortés, uno de los primeros miembros del tianguis, dijo que el grupo se formó hace 20 años, dentro del Salón Gran Fórum, anunciando los instrumentos para su venta en un pequeño pizarrón de la entrada. Poco a poco llegaron más personas a comprar, intercambiar o vender; otras salieron del Fórum y se asentaron en la calle con pequeñas lonas y poca mercancía.
Con el paso de los años, dejaron a un lado el recinto y pidieron formalmente a las autoridades correspondientes instalarse en la calle Campestre Churubusco para continuar con sus ventas y trueques como un tianguis en todo el sentido de la palabra.
El Tianguis del músico "Tasqueña" es conocido por la cantidad de sonidos que se desprenden en cada segundo de las personas que prueban los instrumentos o de los vendedores que muestran la calidad de sus artículos al cliente. Mientras te adentras en este espacio es posible admirar cómo se convierte la calle en un lugar lleno de ritmos que se armonizan indistintamente con cada uno de los géneros musicales favoritos de la CDMX.
Por el ambiente, por la ropa que llevan puesta, por el lenguaje que utilizan o por la forma en que conecta el vendedor con el cliente, es posible pensar que cada persona está ahí por amor al arte.
Sin embargo, según las palabras de un miembro anónimo, a pesar del amor que, en efecto, le tienen a la música, la verdadera razón para estar ahí es por necesidad, porque de alguna u otra forma se vieron obligados a ello.
La realidad en el país es que la música no reditúa lo suficiente y cada uno está consciente de la situación, pero ello no significó el abandono de su pasión, más bien, decidieron observar al mercado desde otra perspectiva y darse cuenta de una gran falla: los precios.
Cada uno de los miembros se siente orgulloso de ayudar a los nuevos artistas -o los que esperan convertirse en ello-, de una forma sencilla que beneficia a las dos partes. La mayoría consigue los instrumentos en casas de empeño y ofrece al consumidor objetos con historia y a un precio más accesible.
Pero al final del día son personas como todos, van a su trabajo, realizan lo que les compete y vuelven a casa por un merecido descanso. No quieren ser idealizados, pero saben reconocer aquello que los hace diferentes porque no en todos lados encuentras un Tianguis que muestra verdaderamente lo que significa ser un músico en la Ciudad de México.
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